Bianca, hada de la campanilla blanca.
A estas plantas, pertenecientes al grupo de las convolvulus, se las denomina "trepadoras" porque se encaraman a otras plantas, a los muros o a los peñascos. Este hecho ha inspirado múltiples leyendas y supersticiones, como el ritual de aparejamiento que se realizaba antiguamente en Inglaterra, en el que los jóvenes enamorados ataban un papelito con sus nombres a los estambres de la flor, y si al crecer la planta se enroscaba a otra, ello significaba que esos jóvenes encontrarían pareja muy pronto; si, además, la planta crecía muy deprisa, indicaba que no tardarían en tener hijos.
Campanilla blanca.
Puesto que las plantas trepadoras pueden alcanzar una longuitud considerable, algunas culturas ven en ella la imagen de la escalera, que representa a su vez el camino que conduce a los dioses. En la mitología griega, la campanilla blanca se asociaba a Deméter, diosa de la naturaleza, y era un símbolo de buena suerte, al contrario de otras civilizaciones que la consideraban portadoras de infortunio. Dentro de la colección de Cicely Mary Baker, la campanilla blanca forma parte de las hadas del invierno.
En las creencia feéricas, la campanilla blanca actúa como talismán protector de los bebés. Y es que, creían los campesinos en la Edad Media, que las hadas tomaban a los bebés de sus cunitas y se los llevaban a su mundo, dejando un duende en su lugar. Por ello, las madres podían proteger a sus bebés dejando sobre las cunas campanillas blancas, símbolo de la inocencia y la pureza; de este modo, el poder de las hadas quedaba sin efecto.
Figura de Bianca, el hada de la campanilla blanca.
Fuente: Colección "Hadas de las flores" de Altaya.
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