Cuenta la mitología que la voz del heliotropo era una joven llamada Clitia, hija de Océano y Tetis según unos, o del rey de Babilonia según otros. Clitia era la amada de Apolo, el dios del sol, y adonde quiera que éste se encontrase ella le seguía con la mirada. Pero un día Apolo fue seducido por la belleza de Leucótoe, hermana de Clitia, quien se enamoró de él. Clitia, sintiéndose celosa y despechada, calumnio a Leucótoe ante su padre para que fuese castigada. El rey, enfurecido, hizo enterrar a su hija en lo más profundo de una fosa bajo un túmulo de pesada arena. Allí, su cuerpo, impregnado de néctar, se derritió y humedeció la tierra con su aroma.
Heliotropo
El hermoso Dios culpó a Clitia de la muerte de Leucótoe y, desde entonces, la trato con desprecio. Clitia no pudo resistir tanto desdén y, desesperada, quiso dejarse morir, echándose desnuda en el suelo, con los cabellos sueltos y sin adornos. Y, privándose de agua y comida, se alimentó de sus lágrimas con la mirada dirigida hacia el resplandeciente sol, que aún sentía como suyo.
Apolo, apiadándose de ella y para evitarle mayores sufrimientos, la transformó en heliotropo. Su cuerpo penetró en la tierra, tornándose un tallo, sus lívidos brazos en ovales y aterciopeladas hojas, y su rostro se cubrió de violáceas flores con aroma de vainilla. Pero retenida por la raíz, al igual que hiciera la joven que antes había sido, la flor del heliotropo siguió mirando siempre al sol para conservar, de este modo, su amor. El hada del heliotropo de Cicely Mary Baker se encuentra en la serie de hadas del jardín.
Figura de Helena, el hada del heliotropo.
Fuente: Colección "Hadas de las flores" de Altaya.
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